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lunes, 8 de febrero de 2010

Un salmo que es pura sustancia


Eso es precisamente el contenido del salmo 23, un salmo breve, pero sustancioso. Nos cuenta como el Pastor del salmo, en tan solo seis versículos, nos lleva de la tierra al cielo; no sin antes pasearnos por lugares de delicados pastos y mojar nuestros pies en arroyos de aguas tranquilas y luego sacarnos a caminar caminos enderezadores...Él sabe que solo seremos prosperados andando en la justicia. La justicia es el medio de transporte hacia todo lo bueno de Él, así que, le imprimimos obediencia a nuestros pasos.

Ya vamos andando hacia la tarde y nuestra visión se amplia de la mano del Pastor. Ahora marchamos por un amplio valle y lógico, nos quiere sobrecoger temor, pues parece haber más sombras que lugar y nuestra pupila se espanta ante la seria oscuridad; pero, su voz nos tranquiliza:¨ No temas, yo estoy contigo. No desmayes, yo soy tu Dios que te esfuerzo. Siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia¨.¡¡Cuanto amo ese SIEMPRE de mi Pastor celestial!! Sin dudas que hay peligro en las sombras, pero su vara golpeará a nuestro enemigo y su cayado nos acercará a sus brazos de amor.

Él sabe cuando nuestra vida está herida. Como ovejas, tenemos un pobre sentido direccional y con frecuencia nos alejamos del camino que debemos andar y recibimos lastimaduras de espinas en la cabeza que, enconadas, terminan enfermando el resto de nuestro ser, por ello, para el viaje, Él siempre lleva medicina consigo, una porción de fragante aceite que derrama sobre la escondida llaga en nuestra cabeza. Duele un poco y se siente vergüenza, pero, Él se toma su tiempo para descubrir cada herida, quitar la cáscara, sacar el pus y verter su aceite. Allí comenzamos a sanar y a ser restaurados.

En adelante, Él hace que Bien y Misericordia nos acompañen en el viaje. El Bien para que entendamos que El nos sustentará más allá de lo que pensamos y la Misericordia, porque quiere recordarnos que no es nuestro solo esfuerzo lo que hace que sus bendiciones sean posibles para nuestras vidas; sino, su abundante gracia.

Por fin llegamos al final del camino. (vers.6)No hay motivos de tristeza por los tiempos vividos, buenos o malos, siempre, nuestro Pastor celestial estuvo allí. A veces le veíamos y a veces no, pero, siempre escuchamos su voz. Ahora ha llegado el momento de verle tal como El es, de abrazarle y besarle y estar unidos a El por la eternidad y de nunca jamás separarnos.. Ya no habrá heridas ni sinsabores, cansancios o penas, soledad o muerte. Ahora se nos abren las puertas de su casa eterna y Él, como nos condujo aquí en la tierra, nos conducirá más allá también. Ahora nuestro ser hace parte de la geografía del cielo y en su casa, moraremos por largos días.
Iván C

domingo, 27 de diciembre de 2009

Olvidaba LA CABAÑA.


De lo mejor que pude leer este año. Tres dias me bastaron para leerme esta novela del pastor canadiense William Paul Young, en donde trata un asunto universal: El dolor. ¿Dónde está Dios cuando la gente sufre?


Novedosa la manera en la que Young trata sobre este asunto y mas novedosa todavía la manera en la que presenta a Dios: Al Padre como a una negra grande y gorda semejantes a las del sur de los Estados Unidos. A Jesús, como a un hombre moreno, de nariz palestina y siempre sucio de aserrín y al Espiritu Santo como a una chica india que cuida un jardín. A eso le llamo ficción teológica.


Una novela bien llevada de principio a fin, que nos atrapa desde la primera página. Por algo ya se han vendido unos ocho millones de copias


UN ALTAR EN EL HOGAR