lunes, 13 de abril de 2015

Cosas que pasan un sábado


Afuera de la tienda ha sido puesta una bolsa con unos veinte kilogramos de basura. Es una gran bolsa que contuvo alimento para perros; unos veinte kg, también. Luego de ingerirlos, se asegura que cada perro se volverá un súper can y para mayor garantía, la bolsa trae la fotografía de un hermoso ejemplar canino, ni muy viejo, ni muy joven. Es un lustroso san Bernardo, de colmillos perfectos y media lengua afuera; a su lado, un platón lleno de alimento.

El caso es que ha llegado un perro viejo y sucio como un trapo de cocina. Olfateó buscando desperdicios y no los halla; pues la bolsa, contiene escombros de construcción, piedras y trozos de tejas.


Entonces, el perro se aleja decepcionado, pero de pronto, da la vuelta. levanta su pata y orina justo en la cara del perro de la bolsa. Luego raspa el suelo con las uñas de sus patas traseras y se va. El sonido de sus uñas en el pavimento se me grabó para siempre. No se si este repelente animal esté en su sano juicio, pero, por primera vez en mi vida, estoy de acuerdo con un perro.

Iván Castro Rodelo

UN ALTAR EN EL HOGAR