martes, 6 de noviembre de 2012

La demencia de Gabo


El hermano de Gabriel García Márquez ha anunciado al mundo entero que el afamado escritor padece, de un tiempo para acá, la temible demencia senil. Si imaginamos la mente como un charco y a los recuerdos, como la luz del sol brillando en él; entonces este mal sería como que el sol, por variedad de razones, está dejando de brillar allí y los recuerdos se alistan para volverse bruma, para convertirse en olvidos.

La demencia senil también puede ser un último giro que hace la muerte antes de llevarse para siempre a aquéllos que persisten en vivir o, bien puede ser la vida, regalándonos a última hora, el bálsamo de olvidar, la bendición de quedarnos huecos, de convertirnos en hombres limbo.

Sin embargo, las obras del Nobel seguirán siendo luz de otras memorias. Su metáfora nunca quedará exhausta y no se olvidará  luego de cien años.

Que la demencia senil de Gabo no sea la de sus lectores en todo el mundo. Nunca debemos olvidar al primer hombre que se atrevió a poner a José Arcadio Buendía a la altura de Hamlet y a Macondo a la altura de Londres.

jueves, 23 de agosto de 2012

Un buen día en la vida de un predicador


Juan 1:35-42

Iván C. Rodelo.

Juan el bautista, un tipo raro, que vestía raro y comía cosas raras era, entre otras cosas, un buen predicador. Muy a pesar de que su barba y pelo habían visto mejores épocas, a las multitudes no les importaba y decidían ir a escucharle en el desierto, a pesar de un sol que licuaba hasta a las piedras. Así que, Juan es un predicador exitoso predicando en un lugar de una increíble pobreza fotogénica y logrando resultados espectaculares hasta en los corazones más endurecidos y estremeciendo a toda una nación con su mensaje sobre las víboras.

Juan no olvidaba en su prédica decir cosas buenas de Jesús. Por supuesto que tocaba muchos temas; pero, y siempre que hablaba de ambos, de él y de Jesús, resaltaba a Cristo por encima de si.

-Él es superior a mi- solía decir. –Él es primero que yo- recalcaba. – No merezco ni desatar su calzado… así Juan nos dejó una marca de un buen predicador. Es alguien que siempre tiene algo bueno que decir de Jesucristo. Entiendo que los tiempos han cambiado y que como predicadores somos tentados a hablar de nosotros o de los logros ministeriales y de cómo Dios nos usa o de nuestras posesiones o flamantes esposas, etc;  y lo peor, es cuando la gente aplaude nuestro carnaval verbal, porque nos inflamos;  pero, Juan, todo un exitoso hombre de Dios y que tuvo, a las claras, la oportunidad de ponerse primero en los corazones de la gente, prefirió seguir siendo su servidor y poner a Cristo adelante. Hagamos lo mismo.

Juan, como buen predicador se había ganado el derecho a ser escuchado, pero, había renunciado al derecho de ser seguido. Él tenía su particular grupo de discípulos que le habían oído siempre, pero, llegado el momento, éstos decidieron seguir a Jesús. (Jn. 1:37-40) Para Juan fue como natural. Él sabía que podía ser escuchado, pero Jesús debía ser seguido. Esto es vital para los predicadores de todos los tiempos. Debemos reconocer nuestros límites sobre la gente. No estamos aquí para que nos sigan ya que la gente no nos pertenece. La idea es, más bien animarles a seguir siempre al Hijo de Dios. Esa moda de aglutinar seguidores bajo la bandera ministerial de alguien, poseyendo hasta sus voluntades, no es de predicadores serios. Si Juan el bautista, el más grande de los profetas, hombre de multitudes y de un mensaje arrollador se conformó con ser escuchado y no seguido, ¿Quiénes somos nosotros para pretender más?

Y lo mejor de un buen día en la vida de cualquier predicador es que sus oyentes, se encuentren con Cristo. Jn 1:38. Jesús tiene oídos para sus seguidores y no les deja buscarle sin hallarle, es más, les sale al encuentro. ¿Qué buscan?  Pregunta el Señor. Porque si hay alguien que quiere estar seguro de las verdaderas intenciones de quienes dicen seguirle a El, es precisamente Jesús.  Sorprende  que aun en el cristianismo todo parezca tener una segunda intención, así que, la pregunta vale y vale porque Jesús siempre ha tenido en sus filas a gentes con toda clase de apetencias, desde los que tienen hambre o pretenden tener fama, prestigio, poder, posición, economía valiéndose de la relación; hasta los que quieren conocerle más íntimamente para someterse a su voluntad. Así que la pregunta nos llega todavía desde la espalda y nos confronta. ¿Qué buscas?

-Señor, ¿dónde moras? -Que buena pregunta, porque lo que un seguidor de Jesús necesita saber de Él no lo sabrá mientras va de carrera o pueda ser interrumpido. Es cierto que el Señor está en todas partes, pero, habita con los quebrantados y humildes de espíritu y a ellos se revela en su gracia. Is. 57:15.

Así, que Juan puede darse por satisfecho. Hizo un buen trabajo como predicador. Jn. 1:39. Los discípulos pasaron un resto de día increíble con Jesús y el bautista fue parte del resultado. Quiera Dios que al terminar cada predicación o enseñanza, la gente no quede con deseos de quedarse con nosotros, atadas a nuestra personalidad, sino, que anhelen llegar a sus casas y terminar conversando con Jesús y seguirle.

lunes, 7 de mayo de 2012


 Levantamiento de cadaver a la colombiana



Sucedió en 1962, en una carretera de la Costa Atlántica de Colombia que une las poblaciones de Mategüadua y Río Loro. Al peluquero del pueblo, que ejercía también el cargo de Inspector de Policía en esa región, le dieron aviso de que en dicha carretera habían encontrado a un muerto, a fin de que procediera con el levantamiento del cadáver y la investigación de rigor. Así que el ingenioso funcionario, que tenía fama de ser un gran aficionado a las Selecciones de Reader’s Digest, juramentó y posesionó a dos peritos para que sirvieran de testigos, y se encaminó con ellos y con el secretario al lugar de los hechos. He aquí algunos apartes del acta que resultó, transcritos con la ortografía y el lenguaje originales:

«Levantamiento de un cadáver que fue allado muerto allí y que fue visto por unos campesinos que pasaban y al verlo que no se movía y que estaba encharcado de sangre lo reconocieron como muerto y avisaron al suscrito inspector....

»Se encuentra sobre una charca de sangre el cadáver de un individuo de sexo masculino de unos 48 años de edad aproximadamente, al parecer casado porque tiene una argolla de matrimonio en el dedo anular de la mano izquierda, de profesión mecánico porque la ropa la tiene untada de grasa quemada, de piel morena tirando a negra, flaco, carepalo y medio canoso, y de unos 1,60 metros de altor, desconociéndose más datos sobre la personalidad del muerto por tratarse de un hombre forastero y sin amistades en la región.

»El cadáver del difunto se encuentra bocarriba, con la boca abierta y los ojos cerrados, con la cabeza medio ladiada como mirando un guanábano en completa producción, con el brazo derecho estirado hacia un lado y como saludando a alguna persona, y el brazo izquierdo en estado de reposo, los pies semicruzados como haciendo el numero 4 (cuatro) y en aptitud totalmente rigida....

»Presenta un machetazo en la cabeza..., otro en la quijada inferior..., otro en el pescueso..., otro en la paleta izquierda que alcanzó a llegar hasta serca del espinazo, otro en la región del nalgatorio que le interesó mayormente la nalga derecha y parte del guesito de la alegría, otro en el cuadril derecho y dos en la canilla derecha.

»Se ve claramente que los autores del asesinato no le pegaron más machetazos al cadáver porque seguramente vieron que el muerto había dejado de existir...»

miércoles, 8 de febrero de 2012

La conciencia en el cielo o la radio sin Pablo.


Hará cosa de más de treinta años en que Marcos Pérez, afamado locutor en Barranquilla, lo anunciaba así: -Escuchemos ahora los sabios consejos del hermano Pablo-

Y de inmediato retumbaba la voz del salvadoreño aquél, que contrastaba con la apacible del hermano Pablo, quien en cinco minutos nos trasladaba a mundos, situaciones, conflictos, familias desconocidas en problemas etc, para rematar con un remedio eficaz a toda situación por difícil que fuera, Jesucristo.

Nunca pensé que escuchaba a un predicador evangélico. Solo cuando me hice un creyente y mis amigos bromeaban de mi fe llamándome hermano Pablo, me enteré que Pablo Finkebinder o el hermano Pablo, era en realidad eso, un cristiano evangélico.

Hoy admito el honor de que a todos los evangélicos se nos denominara como a un hermano Pablo; no solo por ser una de las voces cristianas más oídas en el mundo, su microprograma se oye actualmente unas doscientas cincuenta veces cada hora en más de treinta naciones y unas 55 mil personas lo reciben a diario por correo electrónico. Eso es formidable, pero, más honorable es ser comparado a un hombre sabio, intachable y que sabía contar buenas historias. Porque queramos admitirlo o no, a todos nos gustan las buenas historias y punto.

Fue una de esas buenas historias la que oiría el abuelo Lucas Camacho a través de la destartalada radio de su rancho una madrugada en que las agitadas revoluciones de su mente lo querían llevar a la locura. La voz del hermano Pablo que sucedió en aquél silencio, salvaron al abuelo y le devolvieron la lucidez. Luego, el abuelo acostumbraba llevar la radio para que sus vecinos escucharan también, en palabras del abuelo, al campesino que predicaba.

El abuelo es un personaje de ficción, pero, ¿qué más da? El representa a los cientos o miles de latinoamericanos que recibieron esperanza y superaron la doliente realidad de este mundo gracias a un sencillo mensaje radial compartido por el hermano Pablo, un mensaje a sus conciencias.

Ahora, la conciencia está en el cielo y la radio sin Pablo. De seguro, el equipo de su ministerio seguirá haciendo una excelente labor. Labor sumamente necesaria ante una radio cristiana invadida de expertos en diablo que solo usan su lenguaje de guetto evangélico y le han dado a este medio una naturaleza de mercancía.

Paz en la tumba del hermano Pablo.









UN ALTAR EN EL HOGAR