De Haití conozco algo por lo poco que he leido en los libros; porque extrañamente la historia haitiana está como relegada en los libros de historia de nuestro continente. No se si porque hablan francés o por ser el pais más pobre o ambas cosas.
Me gustó leer de niño aquél comic acerca de la independencia haitiana encabezada por negros cimarrones como Henri Christophe, JJ Dessalines y Toussaint-Louverture; Hombrecito al que el mismo Napoleón, al ver que no podía derrotar, recurrió a tretas para quitarlo del camino.
Ahora, ya menos niño, he mirado documentales sobre el éxodo de haitianos, luego de la independencia, hacia Nueva Orleans y como ayudaron a cambiar las creencias y el estilo de vida de los primeros habitantes de esta ciudad. Hoy rige el vudú y según el documental, la mafia haitiana.
Perico Ripiao, una película dominicana, los muestra como gente que anda procurando el cruce de la frontera en busca de trabajo. Sabemos que Haití y República Dominicana son la misma isla.
Se también que, según la súper-raza apostólica y profética, en Haití queda una de esas columnas de iniquidad que llaman y, según uno de ellos pronunció: Satán vive en África, pero duerme en Haití. Es fácil saber donde quedan estas columnas de iniquidad; todas están, aparte de África, en la América pobre, negra e indígena: El Cuzco, México, Cuba va en ese camino y por supuesto, Haití. La ciudades sodomitas europeas y de Norte América no califican.
Por testimonios de creyentes que han vivido en Haití, he sabido que el país tiene más cristianos en proporción que Colombia, por ejemplo. Que varias agencias misioneras laboran allí por amor a Cristo y al pueblo haitiano y que existen allí mega-iglesias, poco conocidas en América Latina a lo mejor por la barrera del idioma. Y, que el pueblo haitiano es esforzado, trabajador y espiritual.
Hoy enfrentan una calamidad y pido que elevemos una oración de corazón por este pueblo.
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